[al comienzo que está en todo final]


Siavash Amini






al comienzo que está en todo final
a la esperanza en todo comienzo
a los largos muelles sombríos de lo absoluto
a todas las cosas que se desvanecieron
a tu mirada donde se ha refugiado el instante
a la noche que es un acto, a la luz
a la virtud de las líneas desnudas
al extranjero que camina hacia el río
a la que duerme sola en sus venas
a la espada del tiempo que te presta su muerte
a tu segundo nacimiento
al lugar largamente buscado
antes de soñar con el umbral
al poeta que ha creado su mundo propio,
al que ofrece una imagen a la vida
a los que en lo obscuro descubren el destello
a los soles a las madreselvas de la infancia
al lenguaje de las estrellas que alumbra la noche
a la luna que se ahoga en la cisterna del cielo
a lo que el tiempo esculpe en un rostro
a la mujer morena en la insensatez de los espejos
a todo encuentro verdadero
a lo imperceptible en ti
al que primero olvidará al otro
a la belleza de lo que en nosotros permanece
a lo que busco del otro lado de las palabras
a la mano que se posará sobre tu mano
a los que nacen en países en guerra
a la piedra de luna incrustada en mi corazón



a los jardines encadenados a mis palmas
a los frutos abandonados en la memoria de los árboles
a todos los puntos cardinales
a las noticias de muerte que difunde la radio
a la segunda vida del poema, que lo renueva
a lo que el tiempo arrastra fuera del tiempo
a los suicidas de la luz en jarrones de cenizas
a las murallas de mi ciudad abandonada por el mar
a los que, con la última puerta superada, vienen
parten, y no tienen más patria que un camino
a la infinita distancia entre el umbral
y lo que sería un lugar aceptable
a las cartas de amor que no recibe nadie
a los seres y las cosas que yo nombro
a los que resisten la prosa del mundo
a los que cuidan de la tierra del árbol de la piedra
a las razones de cada uno para vivir o morir
a este otoño en el que apareciste en mis veranos
al diálogo silencioso de las estaciones
a las heridas que corroen nuestras cortezas
a las palabras que no desmienten la mirada
a los viajes en la frontera de lo incomprensible
a todos los caminos que llevan al mismo sitio
a los que amo, a los que no amas,
a tus enormes ojos abiertos sobre el sol de junio
a la poesía que nos hace humanos
y abraza el espacio y el tiempo
en el puño cerrado del mundo
(9-10)

Amina Saïd, Au Présent du monde (2006)
Traducción de Víctor Bermúdez.

Original aquí.

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